A Jazz
¡Señoras y
señores! ¡De pie!
Pido un
aplauso a una de las personas que más admiro en mi vida.
Pido una
ovación para mi amiga, con la cual crecí y de la cual aprendí y con quien me
divertí hasta tener explosiones en mi cuerpo.
De la cual
vi y veo que la vida es hermosa, que el mundo es hermoso y que hay que seguir
viéndolo. Que las cosas chiquitas son lo más importante y que se puede hacer
todo lo que uno sueña.
Aprendí que
hay gente que sabe entender cómo está el otro, con la cual no son necesarias
palabras de más. A una mujer directa, sincera y real.
A la que apoya aunque le duela y no hay palabras que describan su mirada, su manera de mover los labios mientras te escucha llorar, su hermosísima manera de reír.
Pido un
aplauso a mi compañera: con la que viví cada etapa de mi personalidad. Que
conoció mis novios, mis borracheras, mis bailes, mis peleas, mis enojos, mis
llantos y hasta mis viajes. Que conoció a mi papá.
Me pongo de
pie ante mi hermosa hermana, porque sé que me puedo caer tranquila, ya que ella
está firme, siempre dispuesta a dar todo lo que puede.
Vaaaamos
carajo a mi ejemplo del amor más puro, el que dura para siempre, el que sabe
cambiar sin perder su esencia, el que sabe disfrutar profundamente todas las
oportunidades y sobrepasar la banalidades.
Yo aplaudo,
y ustedes también deberían hacerlo, a Jazmín, por regalarme el secreto de su
segundo nombre y por prohibirme de repetirlo.
Aplaudo tu
vida, tu fuerza, tus viajes por todos los mundos, tus miles trabajos, tus miles
amigos y aplaudo a tu amor, que es el mejor de verdad.
Te aplaudo (y
lloro) esperando que escuches desde acá, desde tan lejos, cuánto te quiero, cuánto te extraño, cuánto te pienso, porque abrazarte no
puedo, pero cómo lo haría…