A Clecla
Hace muuuuchos años, en la aldea llamada Palermolandia vivía un hada viajera a la que
todos conocían como Clecla.
Era
aaaalta, con pelo laaaacio y roooojo y había descubierto (porque también era
descubridora) que con su sonrisa podía embellecer las cosas.
Yo la
conocí y me sentí más linda desde el primer día, hace casi veeeeinte años.
Siempre
tuvo ese don de la inteligencia, pero no sólo esa de aprender cosas, sino esa
de aprender la lógica de las cosas, que es la mejor. Por eso siempre fue la mejor en todo: sabe
leer, sabe viajar, sabe sumar y restar, sabe qué pasa en el cielo, sabe lo que
pasa en mi corazón sin que nadie se lo diga.
Aunque sea
aaaaalta, Clecla es chiquita. Es eterna porque es siempre una pequeña niña
curiosa que se automalcría para seguir sus viajes, y yo la amo por eso.
En realidad
no sé porqué escribo todo esto en pasado, Clecla vive en Palermolandia y vive
también en la piel de cada ser que embellece. Pero hoy la distancia, hizo que
ella volaaaaara y se hiciera chiquitiiiiita y se acurrucaaaaara en esa parte
curva de mi corazón, provocándome un poquito de ese dolor placentero trayéndome los recuerdos más remotos y
recordándome que ella siempre está ahí, aunque no la veo, auqnue no la
escuche, que es la misma de siempre.
En estos
días Clecla me llevó a recorrer nuestras más lindas historias, caminamos un
montón juntas: parques Las Heras, apagones en Islas Martínez Garcías, fernetes
entre Patagonias y ballenas, pasillos, escaleras y huertas, libertadores y
coyotes. Nos besamos con amor, porque nos amamos para siempre. Y hasta me
prestó, una vez, a su hermano del alma sin hacer reclamos.
Me acordé
de su forma de ponerse desodorante y de la primera vez que lo ví, cuando me di cuenta
que era la persona más inteligente del mundo. Me acordé de su habitación, de su
cocina y de su perfume en el pelo recién bañado.
Me llevó a al
lado, al escenario de nuestras aventuras, de fantasías e historias sin fin.
Su poder es
el amor, ese de los más puros. Clecla te besa, te abraza, me pide que me siente
arriba de ella, que la acaricie.
Y si, esto
es una carta de amor. Porque somos los mismos de siempre, vos lo escribiste en
mi pared... en mí.
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